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DOCUMENTO TRABAJO HISTORIA TEXTOS, Study notes of History

TEXTOS DE HISTORIA DE DISTINTA INDOLE

Typology: Study notes

2024/2025

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Download DOCUMENTO TRABAJO HISTORIA TEXTOS and more Study notes History in PDF only on Docsity! TEXTOS I COSTUMBRES DE LOS GERMANOS Mientras los germanos no hacen la guerra, cazan un poco y sobre todo viven en la ociosidad dedicados al sueño y a la comida. Los más fuertes y belicosos no hacen nada; delegan los trabajos domésticos y el cuidado de los penates 1 y del agro a las mujeres, los ancianos y los más débiles de la familia; languidecen en el ocio; admirable contradicción de la naturaleza, que hace que los mismos hombres hasta tal punto amen la inercia y aborrezcan la quietud. Es costumbre que espontánea e individualmente las tribus ofrezcan a sus jefes ganado y cereales, lo cual, recibido por éstos como un homenaje, también satisface sus necesidades. Pero ante todo les halagan los presentes que les son enviados de pueblos vecinos, no sólo por particulares, sino también oficialmente, tales como caballos escogidos, ricas armas, faleras y collares... Los pueblos germanos no habitan en ciudades, es bien sabido, incluso no toleran que las casas sean contiguas. Se establecen en lugares aislados y apartados, en relación con una fuente, un campo o un prado, según les plazca. Las aldeas no están construidas como nosotros acostumbramos, con edificios contiguos y unidos unos a otros y cada uno tiene un espacio vacío que rodea su casa, sea como defensa contra los peligros de incendio, sea por ignorancia en el arte de la construcción. En realidad, no emplean ni piedras ni tejas, se sirven únicamente de madera sin pulimentar, independientemente de su forma o belleza. No obstante embadurnan los lugares más destacables con una tierra tan pura y brillante, que imita la pintura y los dibujos de colores. También acostumbran a excavar subterráneos que cubren con mucho estiércol y que sirven de refugio durante el invierno y de depósito para los cereales, puesto que estos lugares los preservan de los rigores del frío. Y de este modo, si el enemigo aparece, sólo saquea lo que está al descubierto; las cosas ocultas y enterradas o bien las ignoran o bien por ello mismo les escapan, puesto que habría que buscarlás. Para todos, el vestido es un sayo sujeto por un broche o, a falta de éste, por una espina; sin otro abrigo permanecen días enteros junto al fuego del hogar. Los más ricos se distinguen por su vestidura no holgada, como la de los sármatas y los partos, sino ajustada marcando los miembros. También visten pieles de fieras, descuidadamente los más próximos a las orillas, con más esmero los del interior, para quienes las relaciones comerciales no pueden dar otro atavío. Eligen determinadas fieras y adornan con manchas las pieles arrancadas...Y el vestido de las mujeres no difiere del de los hombres, excepto en que las mujeres se cubren más frecuentemente con tejidos de lino adornados con púrpura y en que la parte superior del vestido no se prolonga formando las mangas; llevan desnudos los brazos y los antebrazos; incluso la parte alta del pecho aparece descubierta. [P. Cornelio Tácito, De origine et situ Germanorum, ed. Ericus Koestermann. Lipsiae in aedibus B.G. Teubneri 1949. Fasc. 2, pp.14-15.] II EL ASPECTO Y LAS COSTUMBRES DE LOS HUNOS [...] O povo dos Hunos, pouco conhecido pelos antigos monumentos, vivendo por trás da lagoa Meótis( Mas de Azov), perto do océano Glacial, excede todos os modos de ferocidade. [...] Todos eles têm membros compactos e firmes, pescoços grossos, e são tão prodigiosamente disformes e feios que os poderíamos tomar por animais bípedes ou pelos toros desbastados em figuras que se usam nos lados das pontes. Tendo porém o aspecto de homens, embora desagradáveis, são rudes no seu modo de vida, de tal maneira que não têm necessidade nem de fogo nem de comida saborosa; comem as raízes das plantas selvagens e a carne semicrua de qualquer espécie de animal que colocam entre as suas coxas e os dorsos dos cavalos para as aquecer um pouco. Vestem-se com tecidos de linho ou com as peles de ratos-silvestres cozidas urnas ás outras, e esta veste serve tanto para uso doméstico como de fora. Mas urna vez que meteram o pescoço numa túnica desbotada, não a tiram ou mudam até que pelo uso quotidiano se faça em tiras e caia aos pedaços. Cobrem as cabeças com barretes redondos e protegem as pernas hirsutas com peles de cabra; os seus sapatos não têm forma nenhuma e por isso impedem-nos de caminhar livremente. Por esta razão não estão nada adaptados a lutas pedestres, vivendo quase fixados aos cavalos, que são fortes, mas disformes e por vezes sentam-se à amazona e assim executam as suas tarefas habituais. É nos seus cavalos que de dia e de noite aqueles que vivem nesta nação compram e vendem, comem e bebem e, inclinados sobre o estreito pescoço do animal, descansam num sono tão profundo que pode ser acompanhado de sonhos variados. Ninguém entre eles lavra a terra ou toca num arado. Todos vivem sem um lugar fixo, sem lar nem lei ou urna forma de vida estabilizada, parecendo sempre fugitivos nos carros onde habitam; ai as mulheres lhes tecem as horríveis vestimentas, ai elas coabitam com os seus maridos, dão à luz os filhos e criam as crianças até à puberdade. Nenhum deles se for interrogado poderá dizer donde é natural, porque, concebido num lugar, nasceu já noutro ponto e foi educado ainda mais longe. [Ammianus Marcellinus, Rerum Gestarum libri qui supersunt, trad. inglesa de John C. Rolfe, libro. XXXI 2, 1-11, Harvard University Press, 1939, pp. 381 a 387.] III LEY DE «HOSPITALIDAD» DE ARCADIO-HONORIO (398) Los emperadores Arcadio y Honorio, Augustos, a Hosio, magister officiorum. Ordenamos que en cualquier ciudad en la que nos encontremos o se encuentren aquellos que nos sirven, después de haber alejado toda injusticia tanto de parte de los repartidores como de los huéspedes, todo propietario posea plenamente en paz y seguridad dos partes de su propia casa y la tercera sea adjudicada a un huésped, de manera tal que la casa sea dividida en tres partes. Que el propietario tenga la posibilidad de elegir la primera; el huésped obtendrá la segunda que él desee; la tercera deberá quedar para el propietario. Los obradores que están a cargo de los mercaderes no sufrirán la antedicha división; han de permanecer en paz y libertad, protegidos contra toda injusticia de los huéspedes y serán utilizados en favor sólo de sus propietarios e intendentes [...]. [Th. Mommsen, Theodosiani Libri XV/..., L. VII, 8, 5, p. 328. Recogido por A. García Gallo, Manual de Historia del Derecho Español, vol. II, Antología de fuentes del Antiguo Derecho, p. 362.] IV LA INSTALACIÓN DE LOS VISIGODOS EN EL IMPERIO ROMANO Os Visigodos, ou seja aqueles outros aliados e cultivadores do solo ocupado, estavam aterrados [como o haviam estado os seus] parentes e não sabiam que fazer, por causa do povo dos Hunos. Porém, depois de longas deliberares, de comum acordo, enviaram embaixadores á Românía, ao imperador Valente, irmão de Valentiniano I, o imperador mais velho, para dizer que se ele lhes desse, a fim de a cultivarem, urna parte da Trácia ou da Mésia, se submeteriam às suas leis e decisões. Para que pudesse ter maior confianza neles, prometeram tomar-se cristãos, se lhes dessem professores [que falassem] a sua língua. Quando Valente ouviu isto, concedeu alegre e prontamente o que ele próprio havia tencionado pedir. VIII LA OBRA DE TEODORICO Y habiendo muerto el emperador Zenón en Constantinopla, fue proclamado Anastasio. Por su parte Teodorico, que había enviado a Fausto Nigro como embajador ante Zenón, cuando supo la muerte de éste, antes que regresara el emisario, entró en Ravena, mató a Odoacro y los godos lo confirmaron como rey sin esperar el mandato del nuevo príncipe. Teodorico, varón belicosísimo y animoso, era hijo natural de Valamir, llamado rey de los godos. Su madre, goda, llamada Ereriliva, era católica y en el bautismo recibió el nombre de Eusebia. Preclaro y de buena voluntad para con todos, reinó treinta y tres años y aseguró la felicidad de Italia treinta años y la paz para sus sucesores. Nada hizo de malo. Así gobernó aunados dos pueblos, el de los romanos y el de los godos. Aunque pertenecía a la secta arriana, nada intentó contra la religión católica. Ofreció juegos en el circo y en el anfiteatro, por lo que fue llamado por los romanos un Trajano o un Valentiniano, en cuya época se inspiró. Y los godos lo estimaron como su mejor rey por el Edicto en que estableció el derecho. Prescribió a los romanos que el servicio militar fuese como bajo los emperadores. Fue pródigo en dávidas y distribución de víveres y aun cuando encontró el erario público exhausto, lo restableció y lo hizo opulento con su labor. Aun cuando era iletrado, demostró tanta agudeza, que algunos de sus dichos son aún hoy sentencia para el vulgo; por eso no nos avergüenza recordar algunas de ellas. Dijo: «El que tiene oro y demonio no lo puede esconder». También: «El romano miserable imita al godo y el godo útil imita al romano». Era también amigo de las construcciones y un restaurador de ciudades. Restauró el acueducto de Ravena, obra del emperador Trajano, y después de mucho tiempo hizo correr agua; edificó el palacio hasta terminarlo, pero no lo dedicó y acabó el pórtico alrededor del palacio. Además hizo las termas y el palacio de Verona y agregó una galería desde la puerta hasta el palacio; reedificó el acueducto que por mucho tiempo había estado destruido e hizo circular el agua; circundó la ciudad con otros muros nuevos. También en Ticino hizo un palacio, las termas, el anfiteatro y amuralló la ciudad. Pero también benefició a otras ciudades tanto agradó a los pueblos vecinos, que se ofrecieron a pactar con él en la esperanza de tenerlo por rey. También llegaban hasta él comerciantes desde diversas provincias, pues había tanto orden que, si alguno quería enviar a su dominio oro y plata, podía considerarse tan seguro como si estuviera dentro de los muros de la ciudad. Y así fue en toda Italia, que no dotó de puertas a ciudad alguna, ni las cerró donde las había. Aquel que debía trabajar lo hacía a la hora que quisiera, como si fuera de día. En aquel tiempo sesenta modios de trigo valían un sólido y treinta ánforas de vino también un sólido. [Anonymus Valesianus,. La Chronica Theodericiana, trad. por Yolanda E. Jasson y F. Evelyn Roberts, en «Anales de Historia Antigua y Medieval». Buenos Aires 1949, pp. 165-178.] IX REPARTO DE INGLATERRA ENTRE ANGLOS, JUTOS Y SAJONES Acudieron entonces [después del 449] gentes de los tres pueblos más valientes de Germania, es decir, anglos, sajones y jutos. De los jutos han salido los «Cantuari» y los «Victuari», es decir, la tribu que posee la isla de Wight y el pueblo que hoy día en la provincia de Wessex es llamado Juto, cara a la misma isla de Wight. De los sajones, es decir, de esta región hoy llamada país de los Viejos Sajones, vinieron los que se instalaron en Essex, Sussex y Wessex. En fin, de los Anglos, es decir, de este país que se llama Anglia, entre Jutlandia y Sajonia, que según se dice quedó desde este momento desierto, surgieron aquellos que poblaron East Anglia, South Anglia, Mercia y toda la raza de los northumbrianos, es decir, estos pueblos que habitan al norte del río Humber... Las tropas de estos pueblos afluyeron en tan alto número a la isla, y el elemento extranjero comenzó a crecer de tal manera, que para los indígenas que los habían llamado empezaron a constituir objeto de terror. [Beda., Ecclesiasticae historiae gentis Anglorum, Tipografía de Ioannes Grauius, Amberes, 1550, pp. 17-19.] X REPARTO DE LA GALIA EN EL 561 El rey Clotario vino a Tours, en el cincuenta y un año de su reinado, llevando muchos presentes. Cuando llegó a la tumba de San Martín se puso a repasar en su espíritu todas las faltas que podía haber cometido y a rogar con grandes gemidos al bienaventurado confesor para implorarle por ellas y a implorar que, por su intercesión se viese lavado de todo aquello que hubiese cometido contrario a la prudencia. Luego, durante el cincuenta y un años de su reinado, habiendo marchado a cazar al bosque de Cuise, fue atrapado por la fiebre y marchó a Compiegne. Allí, atormentado cruelmente por la fiebre decía: «¡Oh!, ¿quién pensáis que es este rey del cielo que hace morir así a tan poderosos reyes?» Y entregó su espíritu en esta gran angustia. Sus cuatro hijos le condujeron a Soissons con grandes honores y le enterraron en la basílica del bienaventurado Medardo. Murió, al año cumplido, el mismo día en que Chramne fue muerto. Chilperico, después de los funerales de su padre, tomó los tesoros que se encontraban en la ciudad de Bemy (en el Aisne). Después se reunió con los francos más influyentes y, doblegándoles con presentes, los sometió. Poco después hizo su entrada en París y ocupó la sede del rey Childeberto. Pero la poseyó poco tiempo, pues sus hermanos, habiéndose unido, le expulsaron. A continuación, los cuatro, es decir, Cariberto, Gontrán, Chilperico y Sigeberto, hicieron un reparto conforme a la ley. La suerte dio a Cariberto el reino de Childeberto, con París por capital. A Gontrán, el reino de Clodomiro con capital en Orléans. A Chilperico el reino de Clotario, su padre, con Soissons por capitai. A Sigeberto, el reino de Thierry, con Reims por capital. [Gregorio de Tours, Histoire des francs, ed. y selección de A. Duby, pp. 96-97, Paris, Unión Générale d’éditions, 1970.] XI CONSTANTINOPLA EN EL SIGLO VI Visto que o imperador [Justiniano] mantém aqui [em Constantinopla] a sua residência, resulta da grandeza do Império que urna multidão de homens das mais variadas condições chegam à cidade, vindos de todas as partes do mundo. Cada um deles é levado a vir ou por alguma necessidade de negocios ou por qualquer esperança ou por acaso; e muitos na verdade vêm por os seus negocios não se encontrarem em feliz situação na térra natal a fim de fazerem uma petíção ao imperador; e todos estes passam a residir na cidade por qualquer obrigação urgente, iminente ou ameaçadora. A juntar as outras dificuldades estas pessoas têm também necessidade de alojamentos, sendo incapazes de pagar o aluguer de qualquer residência aqui. Esta dificuldade foilhes totalmente resolvida pelo imperador Justiniano e pela imperatriz Teodora. Muito perto do mar, no local chamado Estádio (porque em tempos antigos, suponho, se destinava a jogos de qualquer espécie), construíram uma muito grande hospedaría destinada a servir de alojamento temporário àqueles que assim se encontrassem embaraçados. [Procopio de Cesarea, De aedificiis, I, XI-23-27, trad. inglesa de H. B. Dewing, Londres, 1940, vol. VII, pp. 95-97.] XII LA SOCIEDAD COMERCIAL SEGÚN LAS INSTITUCIONES DE JUSTINIANO Libro III, título XXV: De la sociedad [comercial]. Solemos formar sociedad, o de todos los bienes, que los griegos llaman concretamente koinopraxían, o sólo para un determinado negocio como comprar o vender esclavos, aceite, vino o trigo. [III, XXV, 1] Y si nada se hubiese concertado acerca de la participación en las pérdidas y las ganancias, será a partes iguales. Pero si se hubiese concertado la participación, deberá observarse lo convenido; pues no hubo nunca la menor duda de que si dos pactaron entre sí en I que uno de ellos percibiría dos partes en las pérdidas y en las ganancias y el otro una sola, tal acuerdo es válido. [III, XXV, 2] Se ha preguntado si debía considerarse válido el acuerdo entre Tício y Seyo, en virtud del cual correspondían a Ticio dos partes en las ganancias y una en las pérdidas, y a Seyo dos partes en las pérdidas y una en las ganancias. Quinto Mucio sostuvo que tal acuerdo iba contra la naturaleza misma del contrato de sociedad y que, por tanto, no debía considerarse válido. Servio Sulpicio, cuya opinión prevaleció, sostenía por el contrarío que, a menudo la actuación de algunos socios en la sociedad es tan valiosa que resulta justo que sean admitidos en ella en condiciones más favorables; y, por otra parte, tampoco hay duda de que puede constituirse una sociedad en que uno aporte capital y otro no; y, sin embargo, perciban las ganancias a partes iguales, ya que la aportación del trabajo personal muchas veces vale tanto como la del dinero, y hasta tal punto se puede constituir —de acuerdo con la tesis de Servio— una sociedad en la que uno participe de las ganancias y no de las pérdidas; no obstante, esto debe entenderse en el sentido de que si hubiese habido pérdidas y ganancias, se considerará únicamente ganancia lo que quede una vez deducidas las pérdidas. [Imperatoris Justiniani Institutionum, ed. I, Calvo, 1915, pp. 199-200.] XIII DESTRUIDO EL REINO VÁNDALO, BELISARIO HACE SU ENTRADA TRIUNFAL EN CONSTANTINOPLA Belisario fue recibido en Constantinopla con los mismos honores que los antiguos romanos daban a los capitanes que habían obtenido alguna señalada victoria. Nadie ha recibido estos honores después de seiscientos años más que Tito, Trajano y algún otro más. Hizo pasar por medio de la ciudad los despojos y esclavos con una pompa a la que en otro tiempo se le daba el nombre de triunfo. Marchó a pie desde el Palacio hasta el Circo y, a continuación, hasta el trono del emperador. Los despojos que sirvieron de ornamento a este triunfo eran los trajes de uso corriente del rey de los vándalos, las carrozas de la reina, tronos de oro y pedrería, vasos de oro y todo tipo de muebles; gran cantidad de plata amonedada y no amonedada que Genserico había tomado en el saqueo de Roma. Belisario recibió aún el honor de un segundo triunfo, que se hizo según ceremonia acostumbrada en la antigua Roma. Fue conducido por esclavos en una silla de marfil desde la que arrojó al pueblo una parte del botín tomado a los vándalos. Se cogieron muchas piezas de plata, cinturones de oro y otros despojos de los vencidos, como recordando el tiempo pasado en que esta licencia era acostumbrada. [Procopio de Cesarea, Histoire de la guerre contre les vandales, en vol. I de Histoire de Constantinople, ed. Cousin, París, 1685, pp. 289-291.] XIV DEFINICIONES CRISTOLÓGICAS DEL CONCILIO DE CALCEDONIA CONTRA LA HEREJÍA MONOFISITA De acuerdo con los Santos Padres, enseñamos unánimemente un solo y mismo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, completo en cuanto a la divinidad y en cuanto a la humanidad, verdaderamente Dios y verdaderamente hombre. Compuesto de un alma racional y de un cuerpo; consustancial al Padre seus seguidores se ligaram uns aos outros com cadeias para que nenhum pudesse ter a esperança de fugir. Com a ajuda de Allah foram mortos uns 70.000 deles, e os que ficaram fugiram, chegando até tão longe quanto a Palestina, Antioquia, Alepo, a Mesopotamia e a Armenia. [...] Quando Heráclio recebeu as noticias sobre as tropas em al-Yarmûk e a destruição do seu exército pelos Muçulmanos, fugiu de Antioquia para Constantinopla. Ao passar o ad-Darb voltouse e disse: «A paz seja contigo, ó Siria! Que excelente região para o inimigo!», referindose às numerosas pastagens da Siria. [Al-Baladhuri, La Conquista de las Tierras, cap.X, in Speros Vryonis, Jr., Readings in Medieval Historiography, 1968, p. 354 a 356.] XIX LOS MEROVINGIOS Y LOS MAYORDOMOS DE PALACIO A raça dos Merovíngios, na qual os Francos tinham por hábito escolher os seus reis, passa por ter durado até ao reí Childerico, que foi, por ordem do pontífice romano Estêvão, deposto, barbeado e lançado num convento. Se bem que a possamos considerar terminando apenas com este príncipe, no entanto esta va já, havia muito, sem qualquer força e não oferecia em si nada de ilustre, a não ser o vão título de rei. Porque os meios e o poder do governo estavam entre as mãos dos prefeitos do palácio, a quem chamavam mordomos e a quem pertencia a administrado suprema. O príncipe devia contentarse, como única prerrogativa, com o título de rei, a sua cabelcira flutuante, a tonga barba e o trono onde se sentava para representar a imagem do monarca, para dar audiência aos cmbaixadores dos diferentes países e notificarlhes, à partida, como expressão da sua vontade pessoal, as respostas que lhe haviam ensinado e por vezes, mesmo, imposto. [...] Quanto à administração do reino, às medidas e às disposições que era necessário tomar no interior e no exterior, era o prefeito do palácio quem délas cuidava. [Einhardi, Vita Karoli Imperatorls, cap. I, in A. Teulet, Oeuvres Complètes d'Eginhard, t. i, Société de l’Histoire de France, Paris, 1840, pp. 7-9.] XX EL MAYORDOMO DE AUSTRASIA, CARLOS MARTEL, VENCE A LOS MUSULMANES EN EL CAMINO ENTRE TOURS Y POITIERS Continuando Abderramán la persecución del mencionado duque Eudo, mientras se detiene a destruir palacios y quemar iglesias, e intenta saquear la diócesis de Tours, se encuentra con Carlos, cónsul de Austria, hombre belicoso desde su infancia y muy versado en asuntos militares, de antemano advertido por Eudo. Después de atormentarse durante casi siete días unos y otros con pequeños enfrentamientos militares, al fin se despliegan en batalla, y en dura pelea, permaneciendo las gentes septentrionales inmóviles como una pared y manteniéndose en bloque como el hielo en época invernal, pasan a espada en un abrir y cerrar de ojos a los árabes. Cuando la gente de Austria, sobresaliente por la robustez de sus miembros y por su vigorosa mano de hierro, mata, hiriéndole en el pecho al rey [Abderramán] que le había salido al encuentro, la noche interrumpe al punto la batalla, y desdeñosamente levantan sus espadas, reservándose para la lucha del día siguiente, al ver la gran extensión del campamento árabe. Por la mañana, saliendo de sus habitáculos, los europeos divisan las tiendas de los árabes... enviaron exploradores y pudieron averiguar que todos los ejércitos islamitas habían huido y que durante la noche, calladamente, en apretada columna habían regresado a su patria... [Crónica mozárabe de 754. Ed. J. E. López Pereira, Anubar, Zaragoza, 1980, pp. 99-101.] XXI EL FIN DE LA DINASTÍA MEROVINGIA Ano 749: Burghard, bispo de Würzburg, e o capelão Fulrad foram enviados ao Papa Zacarías para o consultarem acerca dos reís de França. Até àquela data eles não detinham o poder real: deveria isto ser assim, ou nâo? E o Papa Zacarías enviou a sua resposta a Pepino: que seria meihor chamar rei a quem detinha o poder, de preferência a fazê-lo a quem permanecía sem autoridade real. Para manter a ordem sem distúrbios, o papa então decretou, em virtude da sua autoridade apostólica, que Pepino fosse coroado rei. [Annales Laurissenses. A. 7491 in Monumenta Germaniae Histórica, Scriptores, t. I, Hannover, 1826, p. 137.] XXII LA ACLAMACIÓN IMPERIAL DE CARLOMAGNO Naquele dia santissimo da Natividade do Senhor, quando o rei se ergueu depois de orar na missa [rezada] em frente do túmulo do bem aventurado Pedro apóstolo, o Papa Leão colocoulhe urna coroa na cabera e todo o povo dos Romanos o aclamou: «Vida e Vitória para Carlos Augusto, coroado por Deus grande e pacifico Imperador dos Romanos!» E depois deste louvor foi adorado pelo apostólico à maneira dos antigos príncipes e, posta de parte a denominalo de patricio, foi chamado imperador e augusto. [Annales Laurissenses. A. 801, in Monumenta Germaniae Histórica, Scriptores, t. I, Hannover, 1826, p. 188.] XXIII LA ACTIVIDAD BÉLICA DE CARLOMAGNO Y ciertamente Carlomán, después de haber gobernado conjuntamente el reino durante dos años, falleció de enfermedad; entonces Carlos, hermano del difunto, fue reconocido rey con el consentimiento de todos los francos... De todas las guerras que hizo, la primera fue la de Aquitania, empezada pero no terminada por su padre, la cual él creía que podría terminar con rapidez. La inició en vida de su hermano a quien solicitó ayuda. Y aunque éste no le prestara el auxilio prometido, prosiguió la expedición iniciada vigorosamente, rehusó desistir de lo comenzado o retirarse de la empresa iniciada antes que con perseverancia y continuidad consiguiera llevarla a buen fin. Hunoldo, que después de la muerte de Waïfre había intentado ocupar la Aquitania y reemprender la guerra ya casi acabada, fue obligado a dejar la Aquitania y dirigirse a Gascuña... Arreglados los asuntos de Aquitania y acabada esta guerra, habiendo abandonado este mundo aquel que con él compartía el reino, a ruegos y preces de Adriano, obispo de la ciudad de Roma, emprendió una guerra contra los lombardos; la cual ya antes su padre, a ruegos del papa Esteban, había emprendido con gran dificultad, puesto que algunos de los principales jefes francos, a los cuales acostumbraba a consultar, se habían opuesto resueltamente a su proyecto y proclamaban abiertamente que desertarían y volverían a su casa. Sin embargo tuvo lugar la expedición contra el rey Astolfo y se terminó rápidamente. Pero, aunque parece que su guerra y la de su padre empezaron por una causa similar o mejor por la misma causa, sin embargo no fueron comparables ni el esfuerzo realizado ni el fin conseguido. Puesto que Pipino, después de haber sitiado unos pocos días al rey Astolfo en Ticenum (Pavia) le obligó a entregar rehenes, restituir a los romanos las fortalezas y castillos arrebatados y jurar que no intentaría recobrar lo que entregaba; Carlos, por su parte, después de haber empezado la guerra, no cejó hasta que el rey Desiderio (último rey lombardo), agotado por tan largo asedio, se rindió, hasta que su hijo Adalgiso, en el que todos habían puesto sus esperanzas, no sólo fue obligado a abandonar el reino sino también Italia, hasta que todas las cosas arrebatadas a los romanos les fueron restituidas..., hasta que toda Italia estuvo subyugada bajo su autoridad y hasta que hubo establecido en ella a su hijo Pipino como rey... Después que terminó esta guerra, se reemprendió la de los sajones, que parecía como interrumpida. Ninguna fue más larga, más atroz y más costosa para el pueblo franco, puesto que los sajones, como casi todos los pueblos que vivían en Germania, eran feroces por naturaleza... Mientras se combatía asiduamente y casi sin parar contra los sajones, habiendo emplazado guarniciones en lugares estratégicos de la frontera, marchó a Hispania con todas las fuerzas disponibles; y salvados los Pirineos, recibida la sumisión de todas las fortalezas y castillos que encontró, regresó con el ejército salvo e incólume, con la particularidad de que en la misma cima de los Pirineos, en el retorno, tuvo la ocasión de experimentar un poco la perfidia de los wascones. Puesto que cuando el ejército marchaba extendido en larga fila, tal como lo exigían las angosturas del lugar, los wascones emboscados en el vértice de la montaña —pues se trata de un lugar que por la densidad del bosque que allí alcanza su punto máximo es oportuno para tender emboscadas— descolgándose de lo alto empujaron al barranco al bagaje que cerraba la marcha y a las tropas que, yendo en retaguardia, cubrían la marcha de las precedentes, y, entablada la batalla con los nuestros, mataron hasta el último hombre y, capturado el bagaje, a favor de la noche que ya caía, se dispersaron con celeridad. En esta empresa ayudó a los wascones no sólo la ligereza de su armamento sino también la configuración del lugar en que a suerte se decidía; por el contrario a los francos tanto la pesadez del armamento como el estar en lugar más bajo les hizo a todas luces inferiores a los wascones. En este combate perecieron el senescal Egiardo, el conde de palacio Anselmo y Roldán, prefecto de la marca de Bretaña, entre otros muchos. Y este fracaso no pudo ser vengado de inmediato, porque el enemigo, realizado el hecho, se disperso de tal manera que ni siquiera quedó rastro del lugar donde podía encontrarse... [Eginhard, Vie de Charlemagne, ed. L. Halphen., Les classiques de l´histoire France au Moyen Age, París, 1947, pp. 16-30] XXIV EL TRATADO DE VERDÚN [...] llegado Carlos, los hermanos se reunieron en Verdún. Allí fue hecho el reparto: Luis recibió todo el territorio más allá del Rin, y de este lado del Rin, las ciudades de Spira, Worms, Maguncia y sus pagos. Lotario, el territorio que se encuentra entre el Rin y el Escalda, hasta el mar, y del otro lado, por el Cambresis, el Hainaut, los países de Lomme y de Méziers y los condados vecinos al Mosa hasta la confluencia del Saona y del Ródano, y el curso del I Ródano hasta el mar, con los condados contiguos. Fuera de estos límites, Lotario obtuvo solamente Arras de la humanidad de su hermano Carlos. El resto hasta España lo recibió Carlos. Después de haber hecho los correspondientes juramentos, se separaron. [Armales de Saint Bertin, ann. 842-843; ed. Waitz, M.G.H. in usum scholarum, 1883, pp. 29-30.] XXV LA FRAGMENTACIÓN DEL IMPERIO CAROLINGIO No ano da Encarnaçãào do Senhor de 888, o imperador Carlos (el Gordo), o terceiro no nome e na dignidade, morreu na véspera dos Idos de Janeiro e foi sepultado no Mosteiro de Augea. [...] Depois da sua morte os reinos que lhe estavam submetidos, corno se tivessem sido destituidos de um herdeiro legítimo, desagregaramse. Não esperando já um senhor natural, cada um procurou criar para si um rei saido das suas entranhas. Esta causa motivou grandes guerras; não porque faltassem príncipes francos que, pela sua nobreza, coragem e sabedoria, pudessem governar os reinos, mas porque a própria igualdade que entre eles havia na generosidade, dignidade e poder provocava a XXIX EL SITIO DE PARÍS POR LOS DANESES Entonces, los daneses empezaron a construir una plataforma y la colocaron sobre dieciséis ruedas, ¡oh cosa maravillosa!, era un verdadero monstruo, como jamás se había conocido. Tenía tres pisos en un solo bloque, estaba hecha con troncos de gruesas encinas; en cada piso se colocó un ariete, éste estaba recubierto con un elevado techo. En el espacio interior de las profundidades secretas de sus flancos se escondían, según se decía, 60 hombres provistos de cascos. Sin embargo, sólo consiguen construir una de estas máquinas con la suficiente amplitud, pues finalizando una segunda y trabajando en una tercera, una lanza arrojada con destreza y con la fuerza de una ballesta, mató a la vez a dos de los constructores; así éstos fueron los dos primeros en comprobar la muerte que ellos preparaban contra nosotros. En consecuencia heridos mortalmente de un solo tiro, el cruel golpe los mató. Los daneses arrancaron el cuero del cuello y espaldas de toros jóvenes y con él construyeron mil escudos, que un autor latino llama «plutos o cratesves», cada uno de ellos podía cubrir de cuatro a seis hombres. […] Estos infortunados hombres avanzaban hacia la ciudadela, con las espaldas curvadas bajo el peso de los arcos y el hierro de las escamas de sus corazas. Ocultan a nuestros ojos los campos con sus espadas y las aguas del Sena con sus escudos. Mil balas de plomo fundido no cesaban de volar sobre la ciudad. En los puentes se entremezclan las torres de vigilancia y las poderosas catapultas. De una parte a otra, Marte erguido, se dedicaba a su furor y reinaba con orgullo. Las campanas de bronce de todas las iglesias tocaban lúgubremente, llenando el aire con sus siniestros sones. La ciudadela vacila, los ciudadanos se alarman, la voz potente de la trompeta resuena, el miedo entra en todos los corazones y el pavor en los guardianes de las torres. En este momento destacan los nobles y los héroes: el primero de todos el obispo Gozlin y junto a él Eblo, su sobrino, el abad favorito de Marte y también Roberto, Eudo, Regnario, Uttón, Erilango, todos ellos condes, pero el más valiente era Eudo. Murieron tantos daneses como dardos lanzó. El pueblo cruel combatió y el pueblo fiel se defendió. [De bello Parisiacae urbis, Ed. Henri Waquet, canto I, versos 205 a 220 y 232 y 248.] XXX VICTORIA DE LOS ANGLOSAJONES EN BRUNANBURH SOBRE LOS NORMANDOS NORUEGOS ASENTADOS EN DUBLÍN Aquí el rey Edelstan, de hombres señor dadivoso caudillo, y con él su hermano el príncipe Edmund, con filos de hierros gloria por siempre en batalla ganaron ante Brunanburh. Con forjadas espadas muro de escudos, de tilo, rompieron los hijos de Edward. Tal de su estirpe el temple heredaron, que ante todo enemigo i en toda ocasión defendían sus tierras, tesoros y hogares. De la tropa de escotos y gente de mar muchos cayeron, de muerte marcados; sangre de hombres el campo encharcó desde muy de mañana que el sol sobre el llano glorioso elevóse, la luz del Eterno, su antorcha radiante, hasta ya que de Dios la obra excelente, buscóse descanso. Lanzas allá tras escudo hirieron, y muchos murieron, hombres del norte lo mismo que escotos, en guerra exhaustos... [«La batalla de Brunanburh». Recogido en Beowulf y otros poemas anglosajones. Siglos VII-X. Ed. L. y J. Lerate, Madrid, Alianza Tres, 1986, p. 141.] XXXI INCURSIONES DE LOS VIKINGOS EN FRANCIA Abandonase a defesa das costas do Mar Océano: cessam as guerras do exterior, mas aumentam as do interior. Multiplicase o número dos navios e cresce a multidão inumerável dos Normandos. Por todos os lados os cristãos são vítimas de massacres, pilhagens, devastações e incêndios, dos quais ficarão, através dos séculos, vestigios manifestos. [Os Normandos] tomam todas as cidades por onde passam sem que ninguém lhes resista: conquistam Burdigala (Burdeos) Petrocoris, Sanctones, Lemovica, Egolisma e a cidade de Tolosa. As cidades de Andegavi e de Turonis assim como a de Aurelianum(9), são aniquiladas. Muitas cinzas de santos foram [por eles] levadas e assim se realizou a ameaça que o Senlior anunciou pelo seu profeta: «Uma praga vinda do norte espalharse á sobre todos os habitantes da térra...» Alguns anos depois, uni número incalculável de navios normandos sobe o rio Sena, pelo que aumenta a desgrapa naquelas regióes. [Os Normandos] invadem a cidade de Rotomagus, pilhamna e incendeiamna: da mesnia maneira são tomadas as cidades de Parisii, Belvacis e Meldae. Devastam o castelo de Melidunum; Camotes é ocupada; Ebrocas, assim como Baiocas, são pilhadas. E invadem todas as outras cidades sucessivamente. Quase nenhuma localidade ou mosteiro permanecen intactos. Todos se precipitam na fuga e raro é aquele que diz: «Ficai, ficai, resistí, lutai pela patria, pelas crianças e pelo povo.» E assim entorpecidos e desunidos, redimem por meio de tributos o que deveriam ter defendido pelas armas, enquanto o reino dos cristãos se despedaça. [...] [Ermentarius, Mimada S. Filiberti, in Monumenta Germaniae Histórica — Scriptores XV, I, Hannover, 1887, p. 302.] XXXII LA LLEGADA DE LOS NORMANDOS AL SUR DE ITALIA En el séptimo año 1 de gobierno de este abad los normandos, bajo el mando de Melo, comenzaron a someter la Apulia. Pero de qué manera y en qué ocasión los normandos comenzaron a venir a esta región, quién era y de dónde era este Meló, por qué motivo se unió a estos mismos normandos, parece oportuno relatarlo. Unos dieciséis años antes, cuarenta normandos, en hábito de peregrinos, regresando de Jerusalén, llegaron a Salemo; eran hombres de estatura elevada, apuestos y muy experimentados en el ejercicio de las armas. Encontraron Salerno asediada por los musulmanes y sus espíritus se conmovieron por este signo divino. Solicitaron caballos y armas al príncipe Guaimario, que a la sazón gobernaba en Salemo, cayeron de improviso sobre los musulmanes, capturaron a muchos, pusieron a otros en fuga y con la ayuda de Dios consiguieron una maravillosa victoria. Llevados en triunfo por todos y honrados por el príncipe con los dones más excelentes, fueron invitados por los ruegos de muchos para que se quedaran. Pero ellos, asegurando que sólo habían hecho esto por amor a Dios y por la fe cristiana, no sólo rehusaron los regalos sino que afirmaron que no podían quedarse. Y así cuando el príncipe lo supo, con el consejo de los suyos, envió a unos legados suyos con los normandos a Normandia... Por aquel entonces en aquella región dos magnates, es decir, Giselbert llamado también Buatére y Guillermo apodado Riposteal, luchaban entre sí violentamente hasta el punto que Giselbert dio muerte a Guillermo.Cuando Roberto, el conde de esta tierra, supo el acontecimiento, profundamente irritado, amenazó de muerte a Giselbert. Por consiguiente, Giselbert, deseando evitar la ira de su señor, se reunió con sus cuatro hermanos, Rainulfo, Asclettin, Osmundo y Raoul, y algunos otros, y con sólo sus caballos y armas, unidos a nuestros legados, huyeron y llegaron finalmente a Capua, donde por aquel tiempo el mencionado Meló residía junto al príncipe Pandolfo. [Leone Marsicano., Chronicon monasterii Casinensis. Publicada en Monumenta. Germaniae Historiae. Scriptores, tomo VII. Hannover 1846, pp. 651-652.] XXXIII LOS HÚNGAROS DEVASTAN LOMBARDÍA Os Húngaros, conduzidos pelo rei Berengário, que os Lombardos tinham repelido, devastaram a Itália; lançaram fogo a Pavia, cidade muito populosa e opulenta; aí pereceram inúmeras riquezas; as igrejas foram incendiadas e o próprio bispo da cidade com o bispo de Vercelli que estava com ele foram mortos pelas chamas e o fumo; e daquela multidão [de habitantes], quase inumerável, conta- se terem ficado apenas uns duzentos que, entre os restos da cidade incendiada, recolheram nas cinzas oito módios de prata que entregaram aos Húngaros para resgatar a vida e as muralhas da cidade deserta. Saciados, os Húngaros, atravessando os desfiladeiros abruptos dos Alpes, entraram na Gália. [Flodoardl Annales, in Monumenta Germaniae Histórica—Scriptores, III, Hannover, 1839, p. 373.] XXXIV LA DIVERSIFICACIÓN DE LAS TRIBUS ESLAVAS Durante muitos anos os Eslavos viveram junto do Danúbio, onde agora ficam as térras dos Húngaros e dos Búlgaros. Destes eslavos, alguns grupos espalharamse através da região e ficaram conhecidos por nomes próprios de acordo com os lugares onde se estabeleceram. Assim, vieram alguns que se estabeleceram junto do rio Morava, sendo chamados Morávios, enquanto outros foram denominados Tchecos. Entre estes mesmos eslavos incluem-se os Croatas Brancos, os Sérvios e os Khorutanianos. [...] Também outros viviam entre o Pripiat e o Dvina, sendo conhecidos por Dregovitchas. Outras tribos residíam ao longo do Dvina e eram chamadas Polotchanas, devido a um pequeño curso de água chamado Polota, que corre para o Dvina. [...] Os Eslavos também se fixaram cerca do lago limen, onde eram conhecidos pelos seus nomes apropriados. Construíram urna cidade a que chamaram Nóvgorod. Outros tinham ainda as suas casas ao longo do Desna, do Seim e do Sula, sendo denominados Severíanos. Assim estava dividida a raga eslava; a sua lingua era conhecida por eslavo. [Extraído de Povest Vremennykh Let (A História dos Artos Passados), también conocida por Nachalnaia Letopis (Crónica Primària), in Basii Dmytryshyn, Medieval Russia — A source book, 900-1700, 1967, p.4.] XXXV EL AVANCE DE LOS PUEBLOS DE LAS ESTEPAS [...] Entretanto, enquanto os Eslavos viviam ao longo do Danúbio, como dissemos, saiu de entre os Citas, isto é, de entre os Khazars, um povo de nome Búlgaros que se fixou no Danúbio e oprimiu os Eslavos. Depois vieram os Hunos Brancos, que herdaram o territorio eslavo. Estes Hunos apareceram pela primeira vez no reinado do imperador Heráclio, que fez urna campanha contra Chosróes, o imperador da Pérsia. Os Avaros, que atacaram o imperador Heráclio e quase o capturaram, também viveram neste período. Fizeram guerra aos Eslavos e incomodaram também os Dulebianos, que eram igualmente eslavos. [...] Os Avaros eram de grande estatura e espirito orgulhoso e Deus destruiuos. Morreram todos, não sobrevivendo um único Ávaro. Ainda hoje existe urna expressão corrente na Rússia: «Morreram como Ávaros.» Deles não permaneceu qualquer tribo nem herdeiro. [Extraído de Povest Vremennykh Let (A História dos Artos Passados), también conocida por Nachalnaia Letopis (Crónica Primària), in Basii Dmytryshyn, Medieval Russia. A source book, 900-1700, 1967, p.6-7.] otro lugar, aquel que designe el emperador. 4. El prefecto de la ciudad investiga todo aquello que sucede en un radio de cien millas, pero no más allá. 5. Suelen ser enviados al prefecto de la ciudad todos aquellos que administraron mal una tutela y que, por ello, necesitan un castigo más severo; los que desempeñaron una tutela dando dinero o recibiéndolo, con el fin de que el tutor idóneo no la diese a otro y los que, en lo tocante al gasto del patrimonio, disminuyeron deliberadamente la cantidad o, con evidente fraude, alienaron los bienes del pupilo. 6. El prefecto de la ciudad debe cuidar de que las jóvenes sean protegidas para que no caigan en la prostitución; además [debe cuidar de] que los cambistas se conduzcan honradamente en cada uno de sus negocios y se abstengan de todo aquello que está prohibido. 7. El prefecto de la ciudad acostumbra también a castigar a los libertos que desprecian y ultrajan a los patronos, a sus esposas o a sus hijos, amenazándoles, azotándoles o castigándoles de cualquier otro modo según la calidad del delito; si denunciasen [a los patronos] o se uniesen a sus enemigos, después de ser azotados, rapados y reducidos a una servidumbre todavía mayor, serán entregados a aquellos que denunciaron. 8. El prefecto de la ciudad suele preocuparse de que la carne se venda a su justo precio; también le incumbe el mantenimiento del orden público y la disciplina de los espectáculos; debe tener a su disposición una tropa de soldados para salvaguardar el orden y para que le informen de lo que se hace y dónde se hace. 9. El prefecto de la ciudad puede prohibir a alguien el acceso a la ciudad, a una parte cualquiera de la misma, a los negocios, a los espectáculos, a las asambleas y al foro, bien temporalmente o a perpetuidad; y si alguno litiga con otro, debe detenerle y enviarlo a su provincia. 10. Ante el prefecto de la ciudad se reúnen los argentarios [para discutir] las cuestiones pecuniarias. 11. El prefecto de la ciudad es más que nadie en la ciudad, después del príncipe; pero saliendo de los límites de la ciudad cuya prefectura detenta, no tiene jurisdicción, salvo indicar qué se puede mandar. [Ecloga tom nomon, texto griego y traducción latina en Migne, Patrología Graeca, vol. CXIII, pp. 465-468.] XXXIX DISPOSICIONES ICONOCLASTAS DE CONSTANTINO V Habiendo decidido Constantino ultrajar a la Iglesia y combatir la piedad, reunió, como por inspiración de un mal espíritu, un concilio de 138 obispos, presidido por Teodosio, patriarca de Éfeso. Dio también la Iglesia de Constantinopla a un monje que era obispo de Sillea. Se ordenó que las imágenes fueran quitadas y se publicó el decreto en pleno mercado para dejar en ridículo su culto a los fíeles que lo habían rendido. Se pronunció a continuación anatema contra Germán, que había sido Patriarca de Constantinopla, contra Gregorio de Chipre y contra Juan Damasceno, llamado Mansur. [Histoire des empereurs Constantin, Heracle et leurs suc-cesseurs, por Nicéforo, patricio de Constantinopla, tomo. III de Histoire de Constantinople. París, ed. Cou-sin, 1685, pp. 388.] XL UNA REVUELTA PALATINA EN BIZANCIO A MEDIADOS DEL SIGLO XI LIB. V. XXXVII. Pero ella, (Teodora) llena de estupor ante este inesperado espectáculo, no cedió a la primera tentativa. Refugiada en la iglesia, permanecía sorda a todas estas voces. Pero el ejército de los ciudadanos, renunciando a la persuasión, recurrió deliberadamente a la fuerza: algunos, sacando sus puñales como si fuesen a matarla, se abalanzaron sobre ella; audazmente, la arrancaron del santuario, la hicieron salir a la luz del día, la revistieron con uno de los vestidos más suntuosos, la sentaron en un caballo y, formando un círculo a su alrededor, se pusieron en camino y la condujeron hasta la iglesia de la Divina Sabiduría. Y en aquel preciso momento no fue sólo una fracción del pueblo sino toda la «élite» de la población quienes rindieron un común homenaje a Teodora y todos, mostrando un absoluto desprecio hacia el tirano y entre aclamaciones, proclamaron a Teodora emperatriz. [Entretanto, el emperador y su tío Constantino huyeron al monasterio de Studion y, cambiando sus vestiduras por hábitos monjiles, se acogieron al derecho de asilo. Pero el pueblo de Constantinopla rodeó el monasterio mientras prorrumpía en denuestos contra Miguel V. Teodora envió entonces un destacamento en el cual figura Psellos que, a partir de este momento, narra los sucesos en primera persona]. XL. Hasta este momento, no eran precisamente sentimientos de moderación los que me habían conducido hasta él [el emperador] […]. Pero cuando estuve cerca del altar donde él se encontraba y cuando vi a los dos proscritos —el basileus agarrado a la misma mesa santa del Verbo y el nobilísimo de pie a la derecha del altar—, ambos cambiados de hábito y de sentimientos y rojos de vergüenza, entonces no guardé en mi corazón la menor huella de resentimiento sino que, como golpeado por un látigo, me quedé petrificado y boquiabierto, profundamente afectado por lo insólito del espectáculo; después, habiendo recobrado un poco el entendimiento, maldije nuestra vida humana en el curso de la cual tienen que ocurrir estos sucesos inesperados y extraordinarios; entonces, como si un manantial se hubiese abierto en mis entrañas, brotó de mis ojos un incontenible torrente de lágrimas y, para acabar, mi compasión dejó paso a los gemidos. [Pseltos se acercó a ellos y mantuvo un breve diálogo; aunque los perseguidos hicieron valer el derecho de asilo, fueron arrancados del altar entre súplicas y lamentos; los que rodeaban a Teodora la persuadieron para que les hiciera saltar los ojos a lo que accedió la emperatriz; se prepara la ejecución]. XLVIII. Pero el emperador, completamente abatido por las circunstancias y por su infortunio, manifestó, del principio al fin, la misma debilidad de ánimo, gimiendo, sollozando, suplicando al primero que se le acercaba, invocando a Dios con acentos patéticos, levantando sus manos suplicantes hacia el cielo, hacia la iglesia, hacia donde fuese. Al principio, su tío se comportó de la misma manera pero, cuando desesperó de salvarse —tenía un carácter más digno, más enérgico y sabía luchar contra el destino de su vida—, fortaleciendo su ánimo y endureciéndose, por decirlo de alguna forma, contra la violencia de su desgracia, se mantuvo valerosamente ante los sufrimientos [...]. XLIX. Cuando el verdugo se disponíala encadenarlo para que no se moviese mientras le saltaba los ojos, dijo: «Oye, tú, si ves que me muevo, clávame también al poste». Después de hablar así, se echó al suelo boca arriba, sin cambiar de color, sin proferir un grito y sin dejar escapar un solo gemido, dando a entender que no vivía. Entonces sus ojos, uno detrás de otro, les fueron saltados. El emperador, representándose de antemano su propia desgracia ante el espectáculo de los sufrimientos ajenos, completaba en sí mismo el infortunio de su compañero, haciendo palmas o, más propiamente, golpeando su rostro con las manos y aullando lamentablemente. L. El nobilísimo, con los ojos saltados, se levantó del suelo; apoyado en uno de sus parientes próximos, mostraba un gran valor a todos aquellos que se le aproximaban y, con la idea de que ya no le quedaba sino morir, actuó muy por encima de las circunstancias. Viendo que el emperador tenía miedo y que se rebajaba a las súplicas, el verdugo le ató con más fuerza y le sostuvo mejor para que no hiciese esfuerzos convulsivos en el momento del suplicio. Cuando sus ojos le fueron saltados, acabó esta gran osadía y este arrebato de la masa contra los dos desafortunados. Les dejaron reposar en alguna parte y se precipitaron de nuevo hacia Teodora. De las dos emperatrices, una estaba en el palacio [Zoé] y la otra en el amplio recinto de Santa Sofía [Teodora]. LI. Los senadores no sabían qué hacer. La que estaba en el palacio era respetada por ser la mayor, y la que estaba en la iglesia lo era porque, gracias a ella, la tiranía había concluido y ellos mismos no habían perdido sus esperanzas de salvación. El poder era objeto de polémica entre las dos hermanas; pero la hermana mayor puso fin a la incertidumbre de su pensamiento: por primera vez, [Zoé] abrazó a su hermana, la apretó contra su corazón con benevolencia y compartió con ella la herencia del Imperio. Y, después de ponerse de acuerdo en todo lo referente al poder, la hizo venir a su lado en medio de una espléndida procesión y la asoció al Imperio [...]. [Miguel Psellos: Chronographia, libro V, capítulos XXXVI-LI; trad. francesa de E. Renauld en «Collection Byzantine», París 1926, vol. 1, pp. 110-118.] XLI FUNDACIÓN DE BAGDAD POR AL-MANSUR Esta isla, entre el Tigris al Este y el Éufrates al Oeste, es un lugar para un mercado mundial. Todos los barcos que ascienden por el Tigris, procedentes de Wasit, Basra, Ubulla, Ahwaz, Fars, Uman, Yamama, Bahrayn y más allá, recorrerán sus aguas y anclarán aquí. Mercancías traídas en barcos sobre el Tigris, procedentes de Mosul, Diyar-Rabia, Adarbayyan y Armenia, y a lo largo del Éufrates, oriundas de Diyar-Mudar, Raqqa, Siria y los pantanos colindantes, Egipto y África del norte, serán transportadas y descargadas aquí. Será la ruta para las poblaciones de Yabal, Isfahan y los distritos de Jurasan. Dios sea loado, que la preservó para mí e hizo que la menospreciasen todos los que vinieron antes que yo. En nombre de Dios la edificaré. Entonces viviré en ella mientras viva y mis descendientes morarán en ella después de mí. Será seguramente la ciudad más floreciente en el mundo. [Recogido del geógrafo Ya’qubi, en B. Lewis, Los árabes en la Historia, Madrid, Espasa Calpe, 1956, p. 104.] XLII LOS FATIMÍES CONQUISTAN EL NORTE DE ÁFRICA Ismail fue el primero que designó como gobernadores del reino de Sicilia a los Banu Abu-l-Hassan, los cuales, después de él, continuaron allí. Murió —Dios tenga piedad de él— el último día de Sawvval del año 341 [19 de marzo de 953 J. C.] y le sucedió —Dios tenga compasión de él— su hijo Abu Tamim Ma’dd, apodado al-Mu’izz. Es [éste] el más grande de los monarcas Ubaydies en poder y el mayor en dignidad. Gozaba de difundido renombre y era muy orgulloso, grave, de gran dulzura y poseído de sí mismo, hasta el punto de que se asegura había ordenado decir al almuédano: «Atestiguo que no hay más Dios que Allah y atestiguo que Ma’add es el enviado de Allah» [...]. Se apoderó de todos los países del Magrib al Mar Océano, de Barqa y Alejandría, y más tarde de Misr, Siria y el Hiyaz, bajo el mando de su general, el secretario Yawhar, siendo acatadas sus órdenes desde los confínes de Siria y del Hiyaz hasta el Extremo Sur. Entró en Misr el martes día 17 de Sa’ban del año 358 [= 6 de julio de 969 J. C.], y su almuédano dijo el adán especial de su secta en la mezquita de Tulun, el año 360 [970 J. C.] [...]. Estableció en Misr su residencia y reinó en Siria y en el Hiyaz, después de designar representante suyo en el Magrib al sinhayi Buluqqinub, Ziri al-Manadi, en cuya mano colocó su sello. Sostuvo grandes guerras con los gobernadores abbasíes en Siria antes de dominarla, y se cita que hizo salir a Yawhar al encuentro de Aftikin el turco, con una hueste en la que figuraban 600 atabales y 5.000 estandartes. Murió en al-Mu’izziya, a la que edificó en Egipto, el domingo, día 6 de Du-l-Hiyya del año 364 [17 agosto, 975 J. C.] —gloria al vivo que es inmortal—, y le sucedió Nizar. [El África del Norte en el «A’Mal Al-A’lam» de Ibn Al-Ja-tib, ed. Castrillo Márquez, Madrid, C.S.I.C., 1958, pp. 134-138.]