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Este documento analiza el origen y la evolución de la palabra 'tiza', relacionándola con otros términos como 'creta' y 'gis'. Se explora cómo estas palabras se difundieron y utilizaron tanto en españa como en américa, y cómo 'tiza' acabó imponiéndose como el término más extendido. El texto traza un recorrido histórico de estos vocablos a través de su aparición en diccionarios y obras literarias, mostrando cómo el lenguaje refleja los intercambios culturales entre la metrópoli y las colonias. Es un análisis lingüístico que revela aspectos interesantes sobre la historia de las palabras y su relación con la cultura.
Typology: Exercises
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Historia de la palabra ‘tiza’ José María Becerra Hiraldo Catedrático de Lengua española A través de las palabras podemos conocer la historia de los pueblos, de las civilizaciones, incluso, de las personas. Por eso están tan unidas la lengua y la cultura propias de cualquier país o región. Quiero desarrollar aquí una idea que he leído en la columna de Manuel Montero referida al origen americano de la palabra ‘tiza’. Para ello voy a referirme a tres palabras interrelacionadas: ‘creta, gis y tiza’. Según el diccionario de Alfonso de Palencia (1490), ‘creta’ es «un tipo de tierra blanca greda dicha dela ysla por que ende es meior». Diego López en 1615 utiliza esta palabra en boca de los maestros, que señalaban con creta las cosas buenas y con carbón las malas. El DRAE de 1884 la recoge por primera vez y la define como «carbonato de cal terroso» y así lo mantiene hasta la actualidad. Donde también se produce mucho en Europa es en los acantilados blancos del sur de Inglaterra, en York. Como vemos hay un largo camino desde que la palabra nace, se difunde en diccionarios particulares, es usada por los literatos y, por fin, es recogida en el diccionario académico. La palabra ‘gis’ aparece por primera vez en el DRAE de 1803 bajo la definición de «Pint. Lo mismo que CLARIÓN». ‘Clarión’ deriva del francés ‘crayon’, como barra de yeso y greda usada para escribir en los encerados, quizás bajo el influjo de la palabra española ‘claro’. En 1884 le pusieron la correspondiente etimología “del latín gypsum, yeso”. Según el diccionario histórico, un libro anónimo de 1300 relata que Trajano se hizo construir una casa redonda de solo ‘gis’. Alfonso X el sabio (1277) también recoge esta palabra que equipara a yeso para enlucir y que desapareció de nuestros escritores hasta 1969 en que José Revueltas la recupera para indicar color. El mexicano David Martín del Campo en 1976 habla de ‘gis’ como instrumento para escribir en los encerados. A mí me suena su uso por aquella época entre los niños mexicanos. El diccionario de americanismos académico de 2010 la recoge como poco usada en México, Colombia y Cuba con el significado de «arcilla blanca para escribir en los encerados». Esta palabra tuvo que ser llevada a América por los conquistadores, se asentó allí; por alguna causa, por ejemplo, por sustitución dejó de existir ante la presencia de la palabra indígena del náhuatl ‘tizatl’, con el significado de arcilla blanca para escribir en los encerados o polvo para limpiar metales. En este caso se trata de una palabra metropolitana que emigra a América, su uso perdura hasta final del siglo XX y cae en desuso, mientras en la metrópoli ya ha desaparecido. Es una muestra de la
pervivencia del vocabulario áureo o antiguo en las colonias. De modo que ‘creta’ y ‘gis’ se mantuvieron vivas y emparejadas las dos durante cierto tiempo, y así pasaron a América hasta su tardía desaparición. La palabra ‘tiza’ aparece por primera vez en el DRAE en 1852 como tierra blanca que sirve para señalar y se usa también pulverizada para limpiar metales. El CORDE (diccionario histórico) la recoge por primera vez en 1876, en las novelas de Pérez Galdós, en «cogió un trozo de tiza con que señalar la puerta de una cárcel». Dice el mexicano Garibay (recogido en el fichero general de la Academia, base de un próximo diccionario histórico), que era utilizada por los indígenas para señalar a los que iban a ser sacrificados. En 1885 se da origen latino mediante la etimología ‘titio’, tizo. En 1899 aparece ya el mejicanismo ‘tisate’. En 1914 bajo el mejicanismo ‘tizatl’, y en adelante bajo la denominación de náuatl. Miguel Ángel Asturias, en 1952, la utiliza con normalidad en Centroamérica. Aparece también en Chile, Colombia y Argentina. Es decir, una vez independizados los territorios americanos (sobre 1810) se extiende su uso en todas las nuevas repúblicas americanas y viene la palabra a la metrópoli. Y aquí se queda. En el Atlas de Andalucía, 1961, aparece confundida con «palo a medio quemar». En consecuencia, primero fue ‘creta’, el producto utilizado para escribir en una superficie adecuada; por el fenómeno de la metonimia, un producto toma el nombre del sitio donde se encuentra. No después, sino al mismo tiempo estaba vigente el uso de ‘gis’, como yeso, material de construcción y, por aplicación, ingrediente de decoración o pintura. Ambos emigran a América y, según los sitios, tienen más o menos fortuna de uso. Por último, está ‘tiza’, como producto utilizado por indígenas y criollos en la limpieza de objetos metálicos y también para escribir en encerados, que es importado por la metrópoli. La primera palabra que se perdió fue ‘creta’; de ‘gis’, cada vez menos usado quedan usos en 1970, en México. La palabra triunfadora ha sido ‘tiza’ en toda la extensión de nuestra lengua.