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SPINOZA DESENCADENADO, Monografías, Ensayos de Filosofía moderna

Ensayo sobre la filosofía ética de Spinoza y su relación con Descartes y Leibniz.

Tipo: Monografías, Ensayos

2018/2019

Subido el 15/02/2019

axel-casas-marcet
axel-casas-marcet 🇪🇸

4.2

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¡Descarga SPINOZA DESENCADENADO y más Monografías, Ensayos en PDF de Filosofía moderna solo en Docsity! SPINOZA DESENCADENADO Por Axel Casas (1491474) Baruch Spinoza nació en Amsterdam en 1632, y murió en La Haia en 1677. Resulta relevante como un pensador con una vida tan corta, llegó a causar tanta polémica entre el mundo académico. Pocos filósofos han desencadenado semejante polaridad de opiniones entre amantes y detractores. Hay quienes afirman que, en la actualidad, es imposible ver el mundo sin un filtro spinoziano, y por contra, hay quienes afirman que lo mejor es olvidarlo. El ejemplo más claro son Deleuze y Guattari, que en la introducción del Anti-Edipo - primer volumen de su obra Esquizofrenia y capitalismo afirman que Spinoza ya planteó el problema fundamental de la política, la lucha por la liberación. Spinoza fue un pensador marcado por Descartes, filósofo que le llegó aproximadamente a sus quince años de edad. Tras la lectura del filósofo francés, Spinoza emprendió un camino independiente y propio, marcado por directrices cartesianas - de las que posteriormente se distanciará para aportar las suyas propias -, que le costó la excomunión de la comunidad judía de Amsterdam el 27 de julio de 1656, a los veinticuatro años de edad. Esto le obligó a trabajar toda su vida - de forma paralela a la producción filosófica - como pulidor de lentes, trabajo en el que duraría toda la vida y le permitiría sustento suficiente. El que seguramente sea su libro más importante, y el que concierne a este ensayo, es La Ética según la proporción geométrica, conocido simplemente como Ética. Este libro es de publicación póstuma, en 1677. Este libro llega siete años más tarde que el Tratado teológico- político y seguramente sea el libro más polémico del pensador holandés. En él, es dónde se nota plenamente la influencia cartesiana de la obra y dónde postula las ideas que le han costado la polémica posteriormente. Lo más sorprendente de la ética spinoziana es su punto de partida. El proceso natural es partir de los objetos sensibles e ir ascendiendo es escala dialéctica hacía los objetos metafísicos, como resulta en toda la tradición platónica. Hay un mito sobre una frase, según se cree, otorgada a Spinoza que dice “los filósofos mediocres empiezan por las cosas, Descartes empezó por el yo, yo empiezo por Dios.” Como hemos dicho, Spinoza toma a Dios como el punto de partida de su filosofía, a diferencia de su maestro que tomó el yo, como condición suficiente para posteriormente demostrar la existencia de Dios, y con ello, formular las tres ideas básicas de la metafísica, a saber, Dios, alma y mundo (res infinita, res cogitans y la res extensa). Lo que es común a estos dos, es sin duda, la voluntad de empezar la filosofía de nuevo, de demostrar todo desde cero. Como ya expone Descartes en su Discurso del método, la confusión a la que lo llevó los años de ensañamiento académico y las dudas y preguntas a las que vivía ligado pero que no podía resolver, lo llevaron a someter todo el conocimiento que tradicionalmente se consideraba como seguro a su duda metódica, iniciando así, una nueva tradición filosófica bajo el único precepto verdadero y necesario, el yo. Spinoza pues, toma esta idea otra vez, pero su precepto verdadero y necesario ya no es la subjetividad, el yo cartesiano, sino que es Dios. Las tornas se invierten, ya no se intenta deducir a Dios a partir de las cosas sensibles, o como en el caso de Descartes, a partir del yo, sino que Spinoza lo que propone es una inversión de esta ascensión, propone que, a partir de Dios, se deduzca todo lo demás. Para entender esto, primeramente debemos entender que significa Dios en el contexto spinoziano. Spinoza se distancia de la tradición que entiende a Dios como un juez capaz de juzgar las miserias humanas, él propone algo totalmente diferente. - ! -1 Según la definición VI del primer libro de la Ética, se puede entender a Dios como “ la sustancia que consta de infinitos atributos”, para ello pues, nos es también necesaria la definición de sustancia que nos da en el mismo libro, esto es, en la definición III de la Ética, nos define a la sustancia como “aquello que existe en sí”. Así pues, tras esta coalición de definiciones, podemos entender que Dios, al tratarse de una sustancia es aquello que existe en sí y que a su vez, posee infinitos atributos. Hay que mencionar aquí, pero, que la definición ofrecida por Spinoza de sustancia - en la que profundizaremos más adelante - no es heredada de la tradición aristotélica, la cual entiende algo completamente diferente. Como es sabido, según el pasaje Metafísica, V, 8, 1017b, la definición aristotélica de sustancia puede entenderse como una definición ambigua pero que puede reducirse al mero sujeto de la predicación. Lo que cabe destacar aquí y que resultará un diferencia crucial con Spinoza, es que la sustancia entendida en término aristotélico, siempre es el predicado, y aquello que predica es el accidente, pero la sustancia jamás predica nada, es lo que existe en sí, a diferencia del accidente, que es lo que existe en otro, existe de forma análoga, su existencia se da en la medida en que dice algo de la sustancia, dice algo de lo que predica. Cabe introducir aquí otro matiz respecto el concepto de sustancia en Aristóteles y la transformación que vive en la modernidad, y por tanto, con la acepción que utiliza Spinoza. Aristóteles atribuye existencia propia a la sustancia, a diferencia del accidente que, como hemos visto solo lo hace de manera análoga, pero la existencia entitativa de la sustancia aristotélica no es completa, siempre sufre de carencias, y es justamente esta carencia, este pequeño matiz el que se pierde en la filosofía spinoziana. Ya que en ella, la sustancia tiene existencia en sí, que a su vez se identifica con la existencia por sí, esto es, que no depende de ninguna otra cosa para existir, su existencia es propia y completa. De aquí se deduce la dependencia del resto de seres de la existencia de Dios, no de manera abstracta, sino de manera necesaria, en la medida en que solo Dios puede existir en sí y por sí, es decir, es la única sustancia posible, ya que el resto de seres requieren de la existencia de Dios para existir, es decir, no pueden ser sustancia porqué se niega la existencia por sí de los seres. Esta idea ya se esboza en las Meditaciones Metafísicas de Descartes, dónde atribuye una existencia sustancial a Dios (res infinita), pero Spinoza toma esta idea y la lleva a sus últimas consecuencias, es decir, contraponiéndose con el francés en la idea de que los cuerpos y el pensamiento, negando así la sustancialidad de la res cogitans y la res extensa. Ahora que Spinoza ya se ha contrapuesto a la idea aristotélica de sustancia, y ha negado la categoría sustancial de todo cuerpo individual reduciéndolas todas a Dios, y se ha contrapuesto también a Descartes eliminando dos de las sustancias que éste afirmaba, debemos proceder a enumerar las características de esta sustancia expuestas en el Libro I de la Ética. En primer lugar nos encontramos con la infinitud de la sustancia, esto se debe a que no se limita por nada, la segunda característica ya la hemos ido esbozando, pues se trata de la unicidad, es decir, la imposibilidad de que haya pluralidad de sustancias, y la tercera, se deduce de la segunda, pues se trata de la necesariedad, esto es, la consecuencia de la existencia por y en sí misma de la sustancia. La enumeración de estas características de la sustancia, lo llevan a afirmar que Dios es causa sui, es decir, que Dios es causa de sí mismo. Esta afirmación puede conllevar cierta polémica, y es que no debe entenderse como una causa existencia previa a la propia existencia, es decir, no existe una causa de existencia divina que posteriormente se materializa en la existencia de Dios, sino que la propia existencia fáctica de Dios es causa de sí mismo. No hay un origen ontológico en esta afirmación, sino que debe situarse la causa y la existencia en el mismo plano. - ! -2
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